“Aprendí el valor de esforzarse por lo que uno quiere”

Soy Sergio Daniel Pizzo, nací en el Hospital San Roque de Gonnet, La Plata, y tengo como diagnóstico de base mielomeningocele. Fui operado a las veinte horas de nacer y se pudo controlar la hidrocefalia, por lo que no fue necesario colocarme una válvula de derivación.

En la unidad dieciocho del hospital de niños Ricardo Gutiérrez, en el sector de neurocirugía, mi madre conoció a otra mujer que tenía un chico con la misma patología, y ella le dio un folleto de APEBI que decía que se realizaban reuniones para informarse y encontrarse con papás de otros niños en la misma situación.

Así fue mi acercamiento a la institución. Había profesores de educación física, que mediante diversos juegos y actividades deportivas, estimulaban mi independencia para poder desenvolverme solo, y a la vez, conectarme con los demás chicos.

En cuanto a mi escolaridad, de pequeño, no querían aceptarme en los jardines de infantes y ponían diferentes excusas. Por suerte, hay excepciones que priorizan al ser. Me realizaron una evaluación psicológica y mi coeficiente intelectual superaba al normal, y esto me dio la posibilidad de ingresar a un establecimiento. En la etapa de la escuela primaria comenzó mi vida deportiva, y terminé séptimo grado con el honor de ser abanderado, con el mejor promedio y un reconocimiento de la Armada Argentina. Ya en la escuela secundaria, hice muchos amigos, participé de viajes programados por el colegio y tuve experiencias inolvidables. Y luego llegó el momento de estudiar lo que había deseado: Medicina, carrera que estoy finalizando.

Siempre tuve una vida normal y siento que las limitaciones, la mayoría de las veces, son las que uno mismo cree tener. También estudio y toco la guitarra eléctrica, el bajo, y el teclado. Me gusta mucho componer y tengo una banda de rock que armé con algunos amigos.

En relación al deporte, tuve la oportunidad de integrar la selección nacional de Atletismo en los Juegos Parapanamericanos 2003, y me desarrollé principalmente en el ámbito de la natación. Formé parte de distintos equipos, incluidos APEBI, River Plate e Independiente, y también integré el seleccionado.

Creo que, por mi profesión, tengo la suerte de haber estado de los dos lados, tanto como paciente como médico. Creo que puedo transmitir mis experiencias de vida, siempre he hecho lo que quise y me esforcé mucho por ello. Estoy convencido que la estimulación es algo muy importante, desde temprana edad, para poder desarrollarse, siempre con el apoyo de la familia, que es fundamental.

Por supuesto, la discapacidad me hizo conocer a mucha gente y APEBI fue la herramienta principal. Yo empecé a concurrir a la colonia de verano de APEBI a los 4 años y tuve muchos profesores y entrenadores que me estimularon a ser mejor y a desarrollarme en todos los aspectos de la vida, en lo social y en lo deportivo. Gracias a todo esto tuve la oportunidad de hacer miles de cosas que nunca hubiese imaginado, y aprendí el valor de esforzarse por lo que uno quiere, y que si se quiere se puede.

Honestamente, no veo a la discapacidad como una incapacidad. Siempre he tenido una vida normal, por así decirlo. Gracias al Dr. Francisco Befaro, médico traumatólogo y ortopedista, quien me realizó todas las cirugías traumatológicas, puedo caminar con bastones y moverme con total independencia.

Siento que todas las cosas parten de un sueño, de un deseo, y que cuando uno toma conciencia de lo que quiere, solo queda luchar, esforzarse. Está lleno de personas que te van a decir que no podés, que van a estar en contra, pero eso no tiene que importarte. Así te caigas miles de veces, hay que seguir, porque tarde o temprano, si insistís, todo se logra, no hay nada que sea imposible de realizar cuando uno está convencido. Las limitaciones las pone uno mismo.

 


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